1 de mayo de 2010

Slash-Slash

Es muy difícil escuchar el disco de algún solista que se haya hecho famoso a través de un grupo sin comparar su trabajo con lo que ya había hecho antes, en este caso justo eso pasa con Slash. Este señor de las seis cuerdas acaba de lanzar su álbum debut (aunque ya sea un veterano en esto del Rock N’ Fuckin’ Roll), aunque ya hubiera tenido otros proyectos como el Slash Snakepit y por supuesto los más conocidos Velvet Revolver, este es oficialmente su primer disco como solista y hay que juzgarlo como tal. La herencia se nota, pero no puede esperarse exactamente lo mismo, Guns N’ Roses no era sólo Slash, así como mucho menos es sólo Axl Rose (como ahorita que lleva todavía ese nombre), los riffs potentes siguen ahí, baterías concisas y un bajo con un buen punch la velocidad ha bajado un poco, pero a cambio de eso tenemos un sonido más llenador y pesado.

Empieza el disco con Ghost, cantada por Ian Astbury (The Cult), para calentar los motores, salen a relucir esos riffs que nos transportan a esa época de puro hard-rock, dejamos que nos domine la voz del príncipe de las tinieblas para la segunda rola Crucify The Dead, y en la tercera una sorpresa, una voz femenina que nos sacude, Fergie canta demostrándonos que no se necesita estar en algún grupo de rock para tener actitud, el disco sigue con buenas estructuras y canciones promedio. Se escucha un riff acústico vaquero y la voz de Andrew Stockdale (Wolfmother) By the sword con un gran solo, ese tipo de solos que hacen que uno desee tener una Les Paul y un Marshall para tocarlo.

Llega la hora de sacar los encendedores, la power ballad del disco, contiene también un bonito solo, luego sigue Doctor Alibi con Lemmy guiándonos con su aguardientosa voz, el riff más memorable del disco y con toda la fuerza que cualquier canción que cante Lemmy tiene. La rola Nothing To Say parece introducida por Sabbath y seguida por Metallica o algún otro grupo de Trash coreada por una banda actual. We’re All Gonna Die ¡Qué rola! Con toda la energía que una canción en la que participe Iggy Pop debe tener. Para terminar bien, la edición latinoamericana trae dos bonus tracks, la versión rapera de Paradise City con Cypress Hill y Fergie, una diferente interpretación de un gran clásico, y Baby Can’t Drive, con Alice Cooper y Nicole Scherzinger haciendo un dueto en la voz.

Más de una hora de hard-rock, un buen disco de un gran músico y excelente guitarrista, tiene sus momentos buenos y malos, e incluso una power ballad, no sorprende, pero tampoco decepciona, si quieres recordar la música de finales de los 80’s pero ya te cansaste de escuchar el Appetite For Destuction (y de lo mamón que es Axl Rose), ésta es una buena opción, si eres fan a morir de Slash debes tenerlo y si simplemente quieres algo “nuevo” pero que ya sepas de qué va la onda, también es una opción que aparte de todo es barata.


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